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Hay que cazar las ideas para la escritura

 ¡Ah, las ideas! Son como mariposas. Como cielo de colores y formas diversas.
¡Ah, las ideas! Son núcleo, médula y sustancia. Fuerza y soporte de la escritura.
Si no tenemos cómo asirlas se nos van. Viajan por el territorio del sin retorno, si no les echamos una red que las acaricie, se esfuman.
Pero, también, de pronto aparecen, revolotean y regresan. Son como luces en la oscuridad.
Son coquetas. Guiñen el ojo y vuelven. Uno no sabe cuando, pero vuelven. Reaparecen y, entonces, le alegran a uno el corazón.
¡Ah las ideas!
Claro que si regresan y aún no tenemos cómo asirlas, fijarlas con letras de molde o de líneas salidas de las manos bailarinas, ellas, las ideas, se pueden ir para siempre. Pueden empezar a navegar el infinito espacio del olvido, que es como el infinito espacio de la muerte.


¡Ah las ideas!
El poeta, el escritor debe estar preparado para el momento en que las ideas, esos pensamientos que mueven a los hombres, brotan como luciérnagas en la noche de los grillos.
El poeta debe tener su equipaje y estar listo para emprender el viaje de las ideas por los caminos de la lengua escrita.


Darle tiempo a las ideas, es lo primero. Dejar que ellas se le beban los segundos, los minutos, las horas, los días y hasta los años.
Lo segundo es hacer que el triqui, triqui, tra de las teclas de la máquina de escribir haga parir el concierto de las letras.


En ausencia de la máquina o de la reluciente de pantalla, sirve la libreta, el bolígrafo democrático y compañero, metido en nuestro pecho o en el bolsillo de nuestra camisa desgarbada.


¡Es tan sencillo el equipaje que nos lleva por el camino de las ideas!
Pero además del equipaje, el poeta debe tener el hábito, la costumbre. Ser un cazador atento, cautivador, avezado.


Más que cazador, pescador acostumbrado al silencio de la espera y, sobre todo, a la danza de las bailarinas ideas que emergen de las aguas y se quedan en el aire alegrando nuestra angustia.
 ¡Ah las ideas!
 ¡Cómo dejarlas ir!

Acerca del autor

Lizardo Carvajal Rodríguez

Escritor colombiano, autor de más de veinte títulos en las áreas de metodología de la investigación, teoría tecnológica, historia y clasificación de la ciencia, poética y teoría solidaria y cooperativa.

Docente universitario en la Universidad Libre y en la Universidad Santiago de Cali, por más de treinta años en áreas relacionadas con métodos de investigación, métodos de exposición, clasificación e historia de la ciencia.

Editor académico y científico de obras de autores universitarios, grupos de investigación e instituciones de nivel superior y de autores independientes en Colombia, a través del proyecto Poemia, su casa editorial, Colombia si tiene quien le escriba y promotor de las mesas de redacción como estrategia de producción de textos.

  • Maestro Lizardo…que lindo poema…Las ideas son para atraparlas…dibujarlas y plasmarlas…para evitar olvidarlas…Lo escrito aunque se destruya se borra del papel…pero en el paso anterior queda algo en la mente.
    Cuantas ideas se me ha ido por no escribirlas…

    • Fernando, apreciado amigo, creo que estamos hablando sobre la disposición, sobre el hábito de la escritura. Tenerlo, estar dispuesto a tejer, es decir, a forjar el texto, nos da la posibilidad de dejar, para siempre, el encuentro con las ideas de escritura, dibujado con letras e imágenes. Gracias por tu comentario.

  • Dr. Lizardo, que forma mas hermosa de invitar a escribir, cuantas noches de grillos, cuantas mañanas de luz, se nos escapan por no tener listo el equipaje, por hacer las ideas a un lado, sabiendo de sobra, que aquellas que se escapan suelen perder su forma y su originalidad; tendré en cuenta su buena poesía, intentaré estar atenta a la caza de las ideas.

    Gracias por tanta profundidad en el insondable mundo de las ideas.

  • Las ideas, mundo mágico donde todo tiene un sentido, una expectativa, salir con la certeza de cazar una idea nos obliga a estar preparados con todas la herramientas necesarias, las ideas así como el viento resultan tan vitales para nuestro dia a dia, que se requiere de un descuido para dejar de sentir y vivir por un instante esa dulce experiencia, no hay nada que las detenga, vienen y van, divagan por las mentes como si quisieran posar y adueñarse de una, pero no tienen dueño, quien las desea solo puede plasmarlas y tener ese lindo recuerdo en una pagina y vivir esa hermosa experiencia cada vez que se vuelve a leer.
    Saludos.

  • Una forma muy hermosa y particular de invitarnos a escribir, de convertirnos en cazadores de ideas; pues, no podemos dejar ir aquellas maravillosos pensamientos que nos surgen, sin antes plasmarlas y hacer que perduren para siempre.

    • Sí, Paula cazadores de ideas. Eso sí buenos cazadores, sin escopetas o rifles que pueden matar, también las ideas. También, pescadores, la imagen del pescador de ideas me gusta. El pescador es paciente, pensativo, tiene un universo en su cabeza, el universo del pez que se desliza por la corriente fresca del río o por la ola fuerte del mar. Abrazos.

  • No pudo ser más bonito. Es la perfección hecha letras ¡Ah las ideas! mariposas hermosas que mueven nuestro cuerpo. Gracias por su artículo

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