El Soborno del Cielo, para pensar la realidad
Doña Josefina, la mamá: Por muy católico que uno sea,
si el hijo de uno se lo mandan para el infierno,
uno se va con él.
Alfer, el hermano: Tranquila mamá,
Aymer, si mucho está en el purgatorio.
Acabo de regocijarme con una gran obra del cine colombiano. Me refugié en un teatro de Cali y pude deleitarme, intelectualmente, con El Soborno del Cielo, la película que, en buena temporada, presenta Lisandro Duque, el sevillano.
Como toda la obra de Lisandro Duque, está película proviene de la realidad, la imita, la imagina y la entrega al espectador para que este tome una posición trasformadora de ella. Los títulos y tratamiento de las obras de Lisandro son un testimonio de esto: Favor correrse atrás, 1974; No se admiten patos, 1975; Hoy no fío, mañana sí, 1979; Arquitectura de la colonización antioqueña, 1984; Cafés y tertulias de Bogotá, 1984; Visa USA, 1985 y, en fin, toda su obra muestra un investigador, un observador y un escritor lleno de la realidad de nuestro pueblo.
Sevilla, Valle, es una especie de balcón levantado en las oleadas de la Colonización antioqueña. Allí surge la anécdota que origina el relato de Duque. Es el 10 febrero de 1965, el mismo día en que se publica una bella edición de El Quijote, bellamente ilustrada por Salvador Dalí y tres días después de que Estados Unidos iniciara el bombardeo con napalm sobre pueblos y aldeas de Vietnam, el cura del pueblo declara su iglesia en entredicho, con lo que se niega a oficiar y administrar los sacramentos, hasta que la familia Zapata traslade el cadáver del suicida Aymer Zapata, del cementerio católico, al cementerio laico.
Bueno, esa es la anécdota inicial. Ella se ilustra de manera genial en esta obra. Sin embargo, la misma producción lleva al espectador mucho más allá. Lo lleva a tomar posición sobre el poder de la Iglesia Católica en nuestro país, en todos los aspectos de la vida social: En lo ético, en lo político, en lo económico, en lo familiar…
La película permite al espectador distanciarse para interrogar por las causas y los efectos de la alianza entre la iglesia y el Estado. Por el papel histórico retrógrado cumplido por el Concordato y, por supuesto, por todo el bagaje de servilismo proveniente del movimiento de la Regeneración impulsado por los señores Caro y Núñez, 1886, viejo Concordato y Misael Pastrana Borrero, 1973, nuevo Concordato.
La película trata con humor y sarcasmo una historia real de dominación ideológica y religiosa, pero le permite al espectador y en este caso a todo el país volver a interrogar por la necesidad de un Estado laico, independiente de la iglesia, como Estado dentro de un Estado.
¿Por qué hacer esta película?
El maestro Lisandro nos responde: “Esta es como mi forma de exteriorizar en el campo del arte del cine, el significado de todo ese proceso de formación que yo sufrí”.
¿Por qué ver esta película?
Creo que son muchas las razones, pero la principal es, sin duda, la necesidad de repensar en la actualidad, en forma crítica, el papel de la alianza entre el Papado y el Estado colombiano y, sobre todo, lafunción de la Iglesia católica en la formación del hombre colombiano contemporáneo.