La escritura

El largo viaje de las letras

¿Qué ocurriría si hoy, al amanecer de un día cualquiera, cayera en nuestras manos una dorada mariposa de hace 4.000 años? ¿Qué pensaríamos? ¿Cómo actuaríamos? ¿Con qué cuidado la trataríamos?

Seguramente vendría a nosotros presurosa la sorpresa. Revoloteando llegarían la admiración, la duda, el interrogante y saltarían, cual chispa brillante, invadiendo nuestra vida.

La tomaríamos con sumo cuidado, procurando no maltratarla. Con celo la limpiaríamos y le quitaríamos la escarcha de los años y los restos de sus naufragios y caídas.

Le daríamos brillo para que el sol de los tiempos reviviera en ella.

Nos sentiríamos orgullosos de tenerla y la mostraríamos compartiéndola, sin que dejase de ser nuestra.

¡Cuánta sorpresa, admiración y duda!

¡Cuánto cuidado, amor y brillo!

¡Cuánto orgullo suscitaría en nosotros una dorada mariposa de hace 4000 años!

Pero ¿qué es una letra?

Una letra es una dorada mariposa emigrante de hace más de 4.000 años o, también, un platinado pez viajero de remotos oleajes.

En ese largo viaje se desprendió, poco a poco, del jeroglífico y de la imagen y se volvió signo o señal.

Una letra es un regalo milenario de todos los hombres de la Tierra a los habitantes de hoy. Una letra es una caja de música con sonido en clave que viene del pasado y del cual no conocemos su destino eterno.

La letra no viene sola. Viene acompañada de su familia: El abecedario. El abc que juega con el niño y enamora al adulto indiferente.

Las letras del abc son viajeras milenarias. Vienen de tiempos remotos. Primero, en su largo viaje, se desprendieron de su tronco madre: el jeroglífico; poco a poco dejaron de ser imagen y se volvieron signo. Maduraron en señal.

Historia de las letras

Los egipcios, liberados de los hyksos, llevaron el alfabeto de estos por el Mediterráneo del Norte. Allí, las tribus semíticas (los fenicios y judíos) lo hicieron suyo.

Particularmente los fenicios, viajeros y comerciantes, junto con espadas, hachas, collares de valor, copas de vidrio y oro llevaban enredadas las letras que, disimuladas, se quedaban en el intercambio de pieles, tejidos y esclavos.

En su viaje, las letras llegaron a las colonias fenicias de Grecia. Claro, ya no eran las mismas. Su figura, de signo cercano a  la imagen, se había tornado más esbelta y ya nadie identificaría en ellas a los toros, las serpientes o los pájaros.

En este país su itinerario las llevó a un descanso de más de dos mil años. Ese reposo no significó estatismo. Por el contrario, siguieron cambiando como mujeres en edad reciente.

De Grecia, las letras reiniciaron su viaje a Italia. Reposadas y cambiadas, atravesaron Los Alpes, el norte de Europa y por las estepas llegaron a la Rusia invernal e inmensa. Cambiaron de aspecto, sus cabezas se volvieron a izquierda y derecha. Se acostaron sobre sus espaldas y se enderezaron sobre sus cabezas. Viajaron sobre los barcos de los fenicios y sobre las espaldas de los esclavos, en canastos redondos por el papyrus y en las alforjas de los monjes errantes.

Muchas perecieron, se ahogaron en el fondo de los tiempos, otras nuevas brindaron compañía y se integraron al pequeño ejército alfabetícense. Y llegaron a nosotros como herencia de los «conquistadores torvos».

Ahora son nuestras, son los signos con los cuales podemos amar la vida.

¿Por qué, entonces, meterlas en el olvido? ¿En la indiferencia? ¿En el descuido y en la falta de admiración?

¡Qué injustos hemos sido con las letras que forman nuestro idioma!

Qué crueles y malsanos al no gozar la admiración, la sorpresa, el cuidado y el brillo de esas lindas mariposas doradas que por más de 4.000 años han viajado hasta nosotros para que nuestro pensamiento florezca.

Las letras como mariposas doradas reposan en el barrio de las Letras en Madrid

Acerca del autor

Lizardo Carvajal Rodríguez

Escritor colombiano, autor de más de veinte títulos en las áreas de metodología de la investigación, teoría tecnológica, historia y clasificación de la ciencia, poética y teoría solidaria y cooperativa.

Docente universitario en la Universidad Libre y en la Universidad Santiago de Cali, por más de treinta años en áreas relacionadas con métodos de investigación, métodos de exposición, clasificación e historia de la ciencia.

Editor académico y científico de obras de autores universitarios, grupos de investigación e instituciones de nivel superior y de autores independientes en Colombia, a través del proyecto Poemia, su casa editorial, Colombia si tiene quien le escriba y promotor de las mesas de redacción como estrategia de producción de textos.

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