Pretendo mostrar la necesidad de recuperar la práctica y la esencia del maestro en la labor educativa, para el adecuado desarrollo de la autonomía universitaria.
Crisis de maestro y crisis de ideas
Así titulaba el maestro José Carlos Mariátegui, un artículo publicado en la revista Claridad, en la década de los años veinte del siglo pasado, estaba fresco el movimiento de Córdoba. Se refería a la crisis de la Universidad de San Marcos, en el Perú.
Decía el peruano amerindio:
“La crisis, de la Universidad de San Marcos, es estructural, espiritual, ideológica. La crisis no se reduce a que existan maestros malos. Consiste, principalmente, en que faltan verdaderos maestros. Hay en la Universidad algunos catedráticos estimables, que dictan sagaz y cumplidamente sus cursos. Pero no hay un solo tipo de conductor. No hay una sola voz profética, directriz, de leader, de apóstol. Un maestro, uno no más, bastaría para salvar la Universidad de San Marcos, para purificar y renovar su ambiente enrarecido e infecundo”.
Es preciso romper con ese tipo de catedrático, profesor o docente que no ve más allá de la literatura de su curso, teniendo una visión unilateral y doméstica.
Para salir de la crisis
Se precisa un trabajador de la docencia panorámico, que sea capaz de ofrecer una formación integral porque la posee, porque es dueña de ella.
Se requiere dejar atrás el burocratismo docente, donde sólo se piensa en la función educativa, como función de sustento, como función estomacal.
Es necesario luchar desde todos los rincones del sector educativo, contra el contagio de intelectuales sin alta filiación ideológica. De gente escéptica, negativa, con fobia de porvenir, decadente, confinada a “dictar clases”.
Es necesario recuperar el ejemplo: Spengler, Enrique Leoni, Ferri, Unamuno, Jiménez de Asúa, Aníbal Ponce, Ingenieros, Vasconcelos, Mariátegui, Alfredo Palacios, Nieto Arteta y tantos otros, que no dificultan sino que hacen más fácil la labor de “ser maestros”.
Pero estamos en crisis de maestros. Crisis, en el sentido griego. Krisis, como momento decisivo.
Los trabajadores de la Educación en Hispanoamérica, debemos tomar una decisión:
Enfilar todos nuestros esfuerzos hacia la práctica de la maestría, como como cartones de certificados vacuos, vacíos, triviales y nimios, sino como dirigencia educativa.
Esa respuesta la espera nuestra juventud. Todo nuestro pueblo.