En este artículo estableceré la definición histórica de cátedra, la relacionaré con los conceptos de cátedra paralela y cátedra libre como principios de la autonomía universitaria.
Cátedra, cátedra prima, cátedra magistral
El origen de esta palabra es medieval. Cathedra es la expresión latina utilizada para nombrar el asiento propio del obispo en los actos de la liturgia. Por extensión así han sido nombrados también los confesionarios, los púlpitos y las sillas del coro.
De cátedra proviene catedral que es la sede del obispo, una categoría de la jerarquía eclesiástica.
Las universidades medievales adoptaron, por extensión, este nombre para denominar el asiento del profesor oris, o sea de quien promulga o divulga la fe.
Dos conceptos son útiles al reflexionarlos. El primero es el concepto de cátedra prima. El segundo es el de cátedra o clase magistral. Ambos conceptos, también de origen medieval, hacen referencia, el primero, a la clase que funda una asignatura, un conservatorio o un seminario. Famosa fue la cátedra prima realizada del 21 de junio de 1578 al 7 de enero de 1579, en la Real y Pontifica Universidad de México, posteriormente la UNAM que dio inicio a la facultad de medicina.
La cátedra magistral es la ponencia de un investigador que expone los resultados de sus pesquisas. Famosas fueron las clases magistrales de Galileo Galilei, 1564-1642, siendo maestro investigador, lo que es una redundancia, de la Universidad de Pisa. Algunos insulsos y anodinos que andan por ahí, se refieren con desprecio a las clases magistrales reduciéndolas a posibles peroratas. No tienen razón.
Es así que la autonomía universitaria surgida en la contemporaneidad debe darle nuevos contenidos a estos términos que, de no ser así, se quedarían en el medievo inquisitorial, estrecho, puritano y escolástico.
Cátedra paralela, cátedra libre
Reconocer la existencia de diversas posibilidades de descubrir, explicar, aplicar y divulgar la verdad es el fundamento de la cátedra paralela. Este tipo de cátedra, en la que los estudiantes pueden escoger para aplicar, con conocimiento del programa y el ponente de cátedra permite la libertad de aprendizaje.
Sin cátedra paralela no puede existir la cátedra libre. Es decir, aquella cátedra en la que con conciencia del contenido, de la metodología, de los temarios y recursos el estudiante asiste y aporta como sujeto de formación y no como objeto de ella o enajenado del proceso educativo.
Estas herramientas de la autonomía universitaria hay que reivindicarlas. La juventud y no me refiero solo a os muchachos, me refiero a los hombres de pensamiento progresista deben valorar lo que los estudiantes de Córdoba de 1918 nos dejaron dicho:
“Hombres de una república libre, acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo XX nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. […]. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”.