Variedades contemporáneas

Pitalito, bicentenario, 1818-2018

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Pitalito

El bicentenario de un lugar primaveral 1818-2018

A propósito de un libro que no puede pasar al olvido: Ole mire Pitalito en crónicas

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Ole mire Pitalito en crónicas

Se conmemora y celebra este año el bicentenario de la fundación de Pitalito. He utilizado la expresión “lugar primaveral”, que no es mía, es de la maestra-poeta Fabiola Peña y de María Leonor Valencia.

He dicho que este artículo es a propósito del libro Ole mire Pitalito en crónicas, que cumple 26 años de ser publicado, junio de 1992, y que no puede quedar en el rincón de los olvidos, en semejante celebración.

El libro o la reconquista de los recuerdos

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ole mire Pitalito en crónicas caratula

En el artículo, A manera de presentación, que compuse en aquella ocasión, escribí que el libro lo constituyen 22 crónicas sobre Pitalito, escritas con la calma del sueño, de trece cronistas respetables, maestros, y con la rapidez del tiempo que nos invita a recuperar la memoria colectiva.

Agregué que todos los pueblos necesitan su memoria. Así, como cada hombre requiere la suya. Es como la leche que nos alimenta directamente de las tetas de la Tierra.

Esas crónicas –continúo- se escribieron entre el quince y el treinta de junio de 1992. Sirvió como pretexto un curso que me solicitó el Centro Experimental Piloto del Huila, dirigido por Carolina Pascuas pero intermediado por esa gran maestra, que forma parte de nuestra familia, Doris Medina.

Así llegué a Pitalito y allí pude tejer con los maestros una bella ligazón que como una mola centenaria aún nos une en las letras y en la amistad.

Los autores o los fautores de Ole mire Pitalito en crónicas, 1992

Sé que los nombres que colocaré en este artículo son conocidos y queridos en toda la región y algunos en todo el país. Son maestros que nunca dejarán de serlo: María Leonor Valencia Gutiérrez, Fabiola Peña Ortiz, Hilda Nohema Buitrago; Alba Mirian Cuéllar, Nancy Pascuas, Gerardo Meneses Claros; María Doris Medina, Orlando Cano Quezada, Laura Nelly Hernández; José Ignacio Trujillo, Gustavo Rojas Reyes, Marina Gasca Trujillo y Teódulo Ignacio Cerón.

La Villa de Timaná y la fundación de Pitalito o el lago convertido en lugar primaveral

En Ole mire Pitalito en crónicas el tema de la fundación es tratado por la maestra María Leonor Valencia Gutiérrez. Se basa en autores como Miguel A Cabrera, Carlos Ramón Repizo, Calixto Peña y Bolívar Sánchez y reconoce la fundación de la pequeña villa de Guacacallo, hacia 1553, por Pedro de Añasco, ordenado por Belalcázar. Álvaro de Oyón ataca y destruye este asentamiento. Hacia 1770 se funda la hacienda de los Laboyos, que da origen un caserío con cura doctrinero.

En el bicentenario de Pitalito debe estar presente la villa de Timaná. Efectivamente, para la fecha del 13 de junio de 1818 la villa dependía administrativamente de esta población y en lo eclesiástico de Popayán. Hacia esa fecha ya se inician construcciones en el sector llamado Cálamo.

Hoy, consultando Wikipedia se constata lo siguiente:

Con fecha 9 de diciembre de 1818, el cabildo de la villa de Timaná determina elegir alcaldes para los distintos partidos. Fue designado por primera vez para la villa de Pitalito, a Luis Cristóbal de Cuellar, cuya elección se había tenido en cuenta por ser curato separado. Sin embargo a esta elección recayó la siguiente providencia: “…Tampoco se aprueba ni afirma la elección del alcalde partidario para la nueva parroquia de Pitalito, a Cristóbal de Cuéllar, cuya elección no consta en este gobierno…”

Después de la victoria del puente de Boyacá y con fecha 9 de diciembre de 1820, el cabildo de Timaná eligió como alcalde del partido de Pitalito a Ignacio de Cabrera y Rojas, primero que hubo en el municipio, el cual tomó posesión de su cargo el 6 de enero de 1821, ante el cabildo de Timaná reunido en Garzón. Durante el año de 1822 ocupó la alcaldía Jorge de Cuéllar, hijo de Luis Cristóbal. En 1823, Leandro Parra; en 1824 Joaquín Calderón.

Cómo llegar a un lugar primaveral y quién era quién y dónde vivía…y qué hacía

Es la maestra-poeta Fabiola Peña Ortiz, mujer llena de UniVersos, como titula el bello libro del cual también tuve el honor de ser su editor, quien nos lleva de la mano por los caminos que conducen a Pitalito. Nos describe con base en su tío Calixto Peña los rumbos de los pasos hacia 1917, hace más de cien años; luego nos lleva 1937 y por las mismas vías nos hace dar pasos por las carreteras y caminos de finales del siglo veinte.

Pero, también, nos lleva por los caminos de la memoria a saber quién era quién y dónde vivía, nos paseas por la Calle Real, la Plaza, el Callejón y los barrios, contándonos de quiénes habitaban en esos lugares, que la memoria olvida, pero que Fabiola los recuerda.

Asimismo, Hilda Nohema Buitrago, descendiendo desde las alturas de Tunja nos invita, en este bello libro a responder las preguntas de cuándo, dónde y cómo. Así es que nos lleva a las guaraperías, a los cafés de comienzos del siglo pasado, al sancocho y a la fritanga de raca mandaca, incluso, a los sitios prohibidos.

De igual forma, Alba Mirian Cuéllar Bernal nos lleva de compras, describiendo la actividad comercial de esta importante ciudad. Así que después de describir el trote de las mercancías a lomo de mula, nos invita al almacén y sastrería El buen Gusto. Luego moliendo café nos enseña los orígenes de esa actividad que hoy tiene a Pitalito en los primeros lugares del país.

Llegó la timaneja…se fue la timaneja

“Llegó la luz…se fue la luz” fue en 1925 cuando llegó la luz a Pitalito. Fueron los tiempos en que la Sociedad de Energía Eléctrica de Timaná, en siglas actuales podría ser la SEET, suministró energía eléctrica a la región. Cubría Pitalito, Elías, Timaná y Altamira.

La timaneja abandonó el valle de Laboyos, hacia 1968, cuando se hizo la interconexión eléctrica regional.

Este artículo lo escribe de manera luminosa la maestra Nancy Pascuas.

En ole mire Pitalito en crónicas se retrata de manera viva, la vida

Así que en ese libro Gerardo Meneses Claros nos muestra el camino que lleva del yerbatero al cirujano, luego en una historia de película nos abre el telón para ver las aventuras de Tarzán entre corridos mejicanos. Es una historia del cine en Pitalito.

Cómo dejar por fuera el deporte donde el que gana no es el más hombre sino el más gallo. Las galleras han formado parte de la vida cultural de Pitalito. También reconociendo que allí el amor por los caballos ha cogido buen paso. Así tratan estos dos temas María Doris Medina y Nancy Pascuas, maestras de vocación. Alba Mirian Cuéllar por este mismo camino nos lleva a decirle adiós a la rutina, enseñándonos de qué manera en Pitalito el ocio ha sido, también una práctica vital.

El maestro Orlando Cano nos muestra la gente de nadie y la gente de todos. Esos personajes simpáticos salidos de todo convencionalismo. ¡Ahí viene Jardín! Charlupí, músico de trompeta vieja, Patecacho, Tongoneo, Jabalí…están entre muchos personajes que forman parte del diario vivir de una población. Muy bien descritos en este libro de crónicas.

El libro, en sus ciento veinte páginas, nos lleva a describir y entender el desarrollo de la educación, de los medios de comunicación, de la literatura de la población y claro, de la poesía de la arcilla.

Es un libro lindo, es decir, legítimo. Fue el producto de la investigación sin complicaciones, del anhelo de ver letras impresas y de hacer público un tema que es esencial en la identidad de un pueblo.

Con todo ese grupo y acompañándome Vera Carvajal, mi hija mayor, que por aquel entonces, ya abrazaba las letras.

He querido escribir sobre la presencia de este libro en el bicentenario de la fundación de Pitalito. Con la idea de que su contenido enriquecerá el conocimiento de esta bella región.

También, para mostrar la ligazón de hermandad con la villa de Timaná la que, seguramente, con contradicciones de la época, estuvo presente en la fundación de la que hoy es la segunda ciudad del Departamento.

Esa ligazón histórica, territorial y cultural me ponen a pensar en la posibilidad de una Zona metropolitana que una y fortifique a Timaná, Pitalito, Elías y la gran Altamira.

¿Qué tal? Es una idea.

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Ole mire Pitalito en crónicas interior

Acerca del autor

Lizardo Carvajal Rodríguez

Escritor colombiano, autor de más de veinte títulos en las áreas de metodología de la investigación, teoría tecnológica, historia y clasificación de la ciencia, poética y teoría solidaria y cooperativa.

Docente universitario en la Universidad Libre y en la Universidad Santiago de Cali, por más de treinta años en áreas relacionadas con métodos de investigación, métodos de exposición, clasificación e historia de la ciencia.

Editor académico y científico de obras de autores universitarios, grupos de investigación e instituciones de nivel superior y de autores independientes en Colombia, a través del proyecto Poemia, su casa editorial, Colombia si tiene quien le escriba y promotor de las mesas de redacción como estrategia de producción de textos.

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